
La iglesia se ha atribuido a Leonardo de Figueroa, aunque se considera que la planta vino impuesta por la Compañía de Jesús, llevándose a cabo intervenciones posteriores al cargo de Antonio Matías de Figueroa y Diego Antonio Díaz.
El templo de San Luis y el Noviciado fueron poseídos por la Compañía de Jesús hasta que se decretó la expulsión de los miembros de la Orden, por el Rey Carlos III. Tras este hecho el edificio quedó sin uso, destinándose luego a Seminario Clerical.
En 1784, es ocupado por la comunidad de franciscanos descalzos bajo la advocación de San Diego, cuyo convento situado en las espaldas de San Telmo, había sufrido graves daños en una gran avenida del Guadalquivir acaecida en 1783. Permanecieron aquí los religiosos durante veinticinco años, hasta que la invasión francesa provocará su exclaustración en 1810.
Posteriormente los franceses establecieron un Hospicio donde se recogían a los religiosos ancianos y pobres de todas las órdenes. Pasada esta época volvieron a ocuparlo los dieguinos hasta su devolución a la Compañía de Jesús en 1817, que lo ocupó hasta que en 1835 volvieron a ser desposeídos de él por orden de la Reina.
La iglesia y el noviciado, tras un breve destino como casa de beneficencia, fueron dedicados a Hospicio Provincial.
En 1920 un rayo penetró por el lado occidental de la bóveda y en su recorrido hizo destrozo en ella, en la imagen alta, cornisa general y bóveda del coro; sufragando la restauración la Superiora Sor Dominica Erezuna con sus fondos particulares.
La iglesia contiene un complejo programa iconográfico jesuítico en cuya ejecución trabajaron los mejores artistas sevillanos del siglo XVIII como Pedro Duque Cornejo, Lucas Valdés, Domingo Martínez, etc., destacando los retablos, las pinturas murales y la cúpula.
Horario de visitas: actualmente cerrado por restauración.
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